Abro la ventana

Volver a volver. Saber que no estás y yo nunca estaré.

Vuelvo de fiesta y pongo la música a todo volumen. Y solo pienso en ti. Sinceramente, me pregunto por qué has colgado esa foto. ¿Estás de fiesta en esa terraza de tu amigo? Pero yo te hago daño, verme te hace daño.

Me pongo a llorar y pienso en todo lo que he perdido en esta vida. Pienso que llevas un día liberado y ya te sientes mejor.

Me preguntan los argentinos si tengo novio, contesto que no, y me proponen ir a tomar una cerveza un día. Acepto, claro. Cuando aún no ha empezado la noche, P. me para por la calle, me da dos besos, me pregunta qué tal todo y me cuenta su tarde. Se le ve feliz aunque lo dejó con su ex hace unos meses y ahora esta es su jefa. Hoy no parece muy viernes, no estoy feliz. Luego me escribe: Qué tímida.

Soy tímida, no me gustan los momentos inesperados. Me gusta controlar la situación. Lleva una camisa blanca pija, pero la sonrisa le queda bien.

Su piel, que me corro si me roza su piel. Eso suena al llegar a casa y pienso si te pasa eso conmigo, porque a mí contigo sí. Te escribiría cada día de mi vida, pero no debo. Te amo, te digo. Te quiero mucho, Claudia, me contestas. No es lo mismo.
Es Extremoduro, el concierto del que me regalaste entradas. Me aprendí todas sus canciones para ir contigo y esos ritmos me acompañaron durante el duelo. Llovía mucho. Me traían mucha tristeza sus canciones. Cuando me mudé, volví a escucharlas.

Y pensaba, como una tonta, que con Lágrimas de Sangre, cerraríamos el círculo. Iríamos al concierto del grupo que nos une, pero me fallas una vez más. Aunque te insistí en que no me dejases tirada. Voy sola al concierto, por si te lo preguntas, y siento que me encanta, que desaparezco entre la marea de gente, soy una más, nadie me mira, todos cantamos al unísono, todos saltamos, gritamos, reímos, bailamos. Abro la ventana para que entre aire fresco y siento que sola soy capaz de todo.